domingo, 30 de septiembre de 2012

MONSANTO - La perversa MAFIA de los alimentos

 
 

Los alimentos transgénicos son aquellos que incluyen en su composición algún ingrediente procedente de un organismo al que se ha incorporado, mediante técnicas genéticas, un gen de otra especie. Gracias a la biotecnología se puede transferir un gen de un organismo a otro para dotarle de alguna cualidad especial de la que carece. De este modo, las plantas transgénicas pueden resistir plagas, aguantar mejor las sequías o resistir mejor algunos herbicidas.

MONSANTO, multinacional estadounidense del sector agrícola,  tiene el mayor banco de semillas modificadas genéticamente del mundo y de agroquímicos, en general. Monsanto se dedica principalemte en la actualidad a la producción de herbicidas y de semillas genéticamente modificadas (alimentos transgénicos). MONSANTO es propietario de la patente de dichas semillas.
 
El producto estrella de MONSANTO en un herbicida llamado Roundup, un producto altamente contaminante, responsable de un alto grado de toxicidad para todos los seres vivos, e inductor del cáncer en los humanos. No hay que olvidar que MONSANTO es la compañía responsable del Agente Naranja que fue rociado en las selvas de Vietnam.

Corporaciones agroquímicas transnacionales como Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscience tratan de controlar la agricultura del mundo a través de la promoción de variedades de semillas transgénicas.
 
Los planes de Monsanto son convertir la producción agrícola y alimentaria mundial en un gran experimento genético, totalmente dependiente de sus semillas patentadas.

Económicamente, Monsanto ha tenido grandes éxitos, pues ha demandado a innumerables agricultores que han sido contaminados con su semilla. Sin embargo, su expansión se ha detenido en el mundo gracias a los países que la han prohibido, sobre todo de la Unión Europea, donde está prohibida la siembra de algunas variedades de maízces transgénicos, como el MON810. 



Las cosechas transgénicas de todo el mundo representan menos 1% de la superficie total cultivable. El 85% de los cultivos modificados genéticamente se concentra en tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá, aunque se extiende por todo el mundo. Hasta el momento sólo se cultivan comercialmente cuatro productos: algodón, maíz, soja y canola.


 


Merece la pena ver este extenso documental que denuncia los efectos negativos provocados por los productos agroquímicos y por las semillas de soja transgénica que comercializa la empresa más grande del mundo en este sector.
 

Es despreciable e indignante comprobar cómo estos gobiernos aceptan con normalidad este tipo de productos y cómo son cómplices directos de las enfermedades provocadas por ellos. Es frustrante comprobar cómo en las áreas de producción agrícola los intereses económicos están siempre por encima de la salud y de los efectos devastadores de estos productos .
 
¿Es lícito y ético que el monopolio alimenticio mundial esté en manos de empresas privadas de tales características? Una mafia más ...

 ¿Es que nadie puede parar esto?
 


Aquí os dejo otro reportaje en el que la mafia MONSANTO ejerce su extorsión a los agricultores norteamericanos aplicando su despreciable política de patentes y exigiendo el cumplimiento de los abusivos contratos de explotación de sus semillas.
Los organismos judiciales (o la mal llamada Justicia), imprevisiblemente, también se han convertido, en muchos casos, en cómplices directos de tan impune extorsión.
 
 
Particularmente trágico ha sido la introducción de semillas de algodón transgénicas en la India.
De acuerdo a datos reconocidos por el propio Ministerio de Agricultura indio, entre 1993 y 2003 hubo 100.000 suicidios de campesinos. Entre 2003 y octubre de 2006 ocurrieron 16.000 suicidios de campesinos cada año. En total, entre 1993 y 2006 hubo alrededor de 150.000 suicidios de campesinos, un promedio de treinta diarios durante 13 años.

 ¿Y bajo qué condiciones puede darse semejante tasa de suicidios?
 
Para algunos, obedece simplemente a cuestiones de endeudamiento, pero la verdadera razón radica en la imposición de una tecnología agrícola totalmente inadecuada, tanto desde el punto de vista económico como del ambiental.

La desproporción entre costes de producción y precio de venta, no ha permitido a los campesinos pagar la deuda contraída con los proveedores de Monsanto.

La semilla del algodón "Bt" de Monsanto,  supuestamente reduce la necesidad de plaguicidas y aumenta la rentabilidad del productor. La realidad de esta historia es que el algodón de Monsanto ofrece algo de protección frente al llamado "gusano del fruto" pero no frente a otras plagas que afectan a este cultivo.

Muchos agricultores en la India recurrieron a este algodón buscando reducir el coste en plaguicidas, pero se llevaron una ingrata sorpresa, al verse obligados a seguir aplicando estos productos. Y peor aún, la trampa del endeudamiento se les vino encima mucho más rápido dado que las semillas de este algodón son mucho más caras y menos productivas (en algunos casos un 50% menos productivas), algo que para algunos campesinos significa padecer hambre y pobreza extrema.

Es así como centenares de campesinos indios decidieron buscar la salida del suicidio frente a una situación económica desesperada que empeora año tras año




En Europa sólo algunas modalidades de transgénicos, pueden ser cultivadas y comercializadas. Afortunadamente la sociedad civil europea ha logrado impresionantes victorias en su guerra contra los cultivos transgénicos. Siete países: Francia, Austria, Luxemburgo, Grecia, Hungría, Polonia y Alemania, han levantado moratorias a la siembra de la única variedad de maíz transgénico aprobada en Europa: el Mon 810, un maíz Bt de Monsanto, resistente a insectos. Italia tiene una prohibición general a todos los cultivos genéticamente modificados, mientras un referéndum en Suiza estableció en 2005 cinco años de moratoria en contra de los cultivos comerciales, que el gobierno decidió ampliar hasta 2013.
 
Las prohibiciones europeas han sido el resultado de la presión social sobre los gobiernos, y de la decisión autónoma de los ciudadanos, campesinos, agricultores y pobladores en general, de constituir por acuerdo voluntario regiones libres de transgénicos, que llegan a 196 este año.
 
Los gobiernos, para responder a la negativa social de avance de los transgénicos en los campos y en las mesas, han tomado como base estudios científicos que evidencian el impacto en el ambiente, la falta de conocimiento sobre los efectos en la salud de personas y animales, así como la certeza de que es imposible proteger de la contaminación con transgénicos la producción convencional y orgánica.

 
 
Monsanto ha contestado fuertemente, tratando de impedir las prohibiciones a la siembra de sus variedades transgénicas, presionando a los gobiernos e incluso entablando demandas judiciales contra ellos, como es el caso de Alemania. Lo cierto es que el maíz transgénico en Europa únicamente representa 0,01% de su cultivo en el mundo, y se espera que se reduzca aún más.
 
Para contrarrestar esta tendencia, Monsanto busca avanzar rápidamente en los países del sur, utilizando el argumento falso de que sus transgénicos resolverán el hambre en el mundo.

¡Seamos conscientes de esta barbaridad y opongámonos con todas nuestras fuerzas!


Dirijo estas palabras a MONSANTO y demás compañías, gobiernos y a todos sus cómplices:
  ¡DÁIS VERDADERO ASCO!